


Consideraciones acerca de la salud mental vertidas por la periodista Laura Di Marco en una conversación televisiva con Viviana Canosa
Asociación Colegio de Psicoanalistas, 10 de abril de 2023
¿Qué puede inducir a una periodista a pronunciar con certeza especulaciones acerca de psicología, psiquiatría, psicoanálisis, conjeturas acerca de la etiología de los trastornos mentales, afirmaciones acerca de diagnósticos y enlaces causales entre los diferentes elementos que se ponen en escena cuando se intenta abordar la complejidad de un padecimiento mental?
Como profesionales de la salud mental consideramos que la potencia discursiva que contienen determinadas opiniones emitidas en espacios públicos con una notable difusión, debiera obligar a quienes hacen uso de ellos a realizar una profunda reflexión para poner en escala las consecuencias de sus manifestaciones.
¿Se autorizaría si mismx un/a profesional de salud mental a afirmar la monocausalidad de cuadros como la anorexia nerviosa, la psicopatía, la adicción? ¿Y an más, a reducir esa monocausalidad exclusivamente al vínculo materno, obviando la complejidad del funcionamiento del aparato psíquico, la complejidad de su historia constitutiva, las variables culturales e históricas que contribuyen a modelar el psiquismo, las marcas transgeneracionales, las investigaciones que desarrollan las neurociencias? Difícilmente.
Si algo hemos aprendido a lo largo de décadas de estudio es a ser prudentes, humildes frente a lo que puede permanecer como pregunta o interpelación a nuestro conocimiento, moderar nuestras certezas, no hacer afirmaciones temerarias, universales, absolutas sobre un territorio que ofrece tantos desafíos epistemológicos, clínicos y terapéuticos.
La periodista Laura Di Marco -en un diálogo con una complaciente Viviana Canosa- emitió al menos siete afirmaciones diagnósticas y etiológicas: adicción, abuso, anorexia nerviosa, psicopatía, narcisismo patológico, bipolaridad, intento de suicidio. Cada una de estas clasificaciones, ya sea de índole diagnóstica o por hechos acontecidos, en manos de un/a profesional de salud mental, sería el resultado de un trabajo minucioso, de la utilización de una batería de elementos diagnósticos (múltiples entrevistas o herramientas variadas de psicodiagnóstico) y formulada después de un lapso variable de tiempo de estudio y análisis hasta llegar a conclusiones, siempre provisorias y en continua revisión. La ligereza con la cual se han realizado estas afirmaciones en el diálogo televisivo citado nos resulta peligrosamente problemática por múltiples motivos.
- Banaliza el ejercicio de las profesiones vinculadas con la salud mental sugiriendo que en esta disciplina son posibles las afirmaciones concluyentes y “autorizadas” por parte de cualquier persona, aun cuando no haya tenido nunca en su vida un acercamiento ni una práctica que justifique la emisión de una opinión propia al respecto. Probablemente la misma persona que opina al respecto públicamente, se abstendría de hacer afirmaciones tan contundentes si se tratara de diagnósticos pertenecientes a otras disciplinas de salud no apropiables por el sentido común, que en ocasiones (ésta, una de ellas) resulta tan alejado del pensamiento científico.
- Estigmatiza al sufrimiento mental sentenciando a quienes lo padecen: adicciones, anorexia, narcisismo, etc. todo planteado con un nivel de reduccionismo y simplismo casi infantil asegurando que estos padecimientos son inhabilitantes y constituyen una mácula para quien los padece, como si padecerlos fuera vergonzante.
- Ofrece una explicación causal acerca de fenómenos de una enorme complejidad, inferencias que sólo pueden ofrecerse desde una profunda ignorancia acerca de la etiología de fenómenos mentales que constituyen un desafío clínico para los profesionales aun cuando tengan decenas de años de formación.
- Da a entender a la población que el sufrimiento mental tiene una culpable, la madre, consideración que desde hace mucho tiempo es revisada por un amplio espectro de profesionales y que resulta añeja si nos proponemos revisar con seriedad, insistimos, la enorme complejidad etiológica del sufrimiento mental y especialmente la histórica responsabilización que las mujeres (¿locas?) tienen en la “locura” de lxs hijxs
- Pretende hablar en defensa de quienes padecen a sus madres, pero paradójicamente (o no) se violenta a las mismas personas de cuyo sufrimiento o de cuyo diagnóstico se habla públicamente. Violencia estigmatizante y permanente ejercida sobre esos seres sufrientes, tanto o más peligrosa que la que cada una de las historias personales pueda haber padecido, en tanto su banalización en espacios mediáticos se constituye en un presente imprescriptible de señalamiento social.
La Asociación Colegio de Psicoanalistas y los profesionales de salud mental que la constituyen llamamos a la reflexión a lxs comunicadorxs sociales. En ningún caso debiera justificarse la indelicadeza de juzgar y exponer públicamente consideraciones acerca de la salud mental de un oponente político ni de ninguna persona. Se atraviesan límites que trascienden la intencionalidad de quien opina y pueden ser tremendamente peligrosos en sus consecuencias. Consideramos que la amplia difusión de la palabra de estxs comunicadorxs tiene efectos materiales y produce consecuencias irreversibles, hiriendo y dañando a una importante porción de la población y a sus familias que, precisamente por su vulnerabilidad, debieran ser protegidas por la comunidad toda.
Declaración del Colegio de Psicoanalistas
Ante la crítica situación del sistema de salud
Septiembre 2020
El Colegio de Psicoanalistas, institución conformada en su mayoría por profesionales con muchos años de ejercicio del psicoanálisis, observa con preocupación la extrema gravedad de la situación sanitaria en nuestro país. Los servicios de terapia intensiva médicos están colapsados, tal como lo han hecho saber en estos días las Dras. Estenssoro y Reina (Presidenta de la SATI), el Dr. Dubin, y profesores de la UBA, señalando que también están en una situación de colapso los profesionales intensivistas.
La apertura de actividades y por tanto la mayor circulación de la población coincide con un relajamiento de los cuidados necesarios para evitar los contagios.
No es de extrañar lo que ocurre: los psicoanalistas conocemos muy bien dos mecanismos primitivos del funcionamiento psíquico ante situaciones traumáticas: el rechazo de la percepción de los datos de la realidad y el mecanismo de la aceptación y negación simultáneos de dicha percepción. Lo cual lleva a una suerte de negacionismo, en muchos casos alimentado por los medios, que genera conductas sociales de un enorme riesgo individual y colectivo.
Recomendamos a quienes tienen la indeclinable responsabilidad del cuidado de la vida de los ciudadanos que:
1° Informen sin eufemismos la situación que estamos viviendo, haciendo un uso correcto de los datos estadísticos y evitando la manipulación política de los mismos, para poder producir acciones acordes con la gravedad de lo que ocurre.
2° No generen confusión y falsas expectativas con actos como la apertura de actividades, o transmitir que todo está mejorando (incluyendo en esto anuncios sobre vacunas que aún no han sido comprobadas en su eficacia)
3° No difundan cifras de ocupación de camas de UTI que no se corresponden con la realidad
4° También ubiquen en el centro de la agenda estatal este tema, quedando los demás en un lugar secundario.
Estas recomendaciones intentan evitar que en los comportamientos de la población prevalezcan los mecanismos psíquicos mencionados, favoreciendo el negacionismo de la pandemia y la contagiosidad del virus, lo que puede tener efectos devastadores en el sistema sanitario y, por tanto, costar la vida de miles de ciudadanos.
Así, también es necesario retomar la modalidad de inicio de la pandemia, de comunicaciones en cadena, claras, pero sin apelación al miedo y sí a la responsabilidad haciendo hincapié en el cuidado de todo el personal sanitario, de quien además todos dependemos para el cuidado de nuestras vidas.
El cuidado de dicho personal debe ser también económico, reconociendo debidamente el enorme esfuerzo y dedicación y el estado de vulnerabilidad en que se encuentran.
Finalmente, los medios masivos de comunicación deben transmitir de modo fehaciente lo que está sucediendo. Esperamos que los mecanismos psíquicos citados no encuentren su límite en una catástrofe sanitaria.